CANALIZACION A MARILYN MONROE

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de quien fue Marilyn Monroe.

Explicó que los genes determinan mucho la personalidad. Su madre tuvo diversos problemas psicológicos por lo que fue adoptada y estuvo en varias familias, generándose engramas de inestabilidad. Relató algunas sensaciones y vivencias en sus películas, matrimonios, aventuras… En esa vida aprendió mucho.

Bien, por fin me comunico con el plano físico.

Tuve muchísimos roles femeninos, tuve algunos roles masculinos. Muchas veces fui guerrera; fui guerrera también como rol masculino, pero quise encarnar el siglo pasado en un rol más débil, como para experimentar.

Vosotros me preguntaréis: -¿El 10% encarnado forma parte del espíritu total? Y si el espíritu total es fuerte, aguerrido, audaz, ni siquiera forzando situaciones puede encarnar en un rol más débil, pero como dijo un sabio de vuestra antigüedad en Sol 3: “a veces el árbol no te deja ver el bosque”; a veces el dedo que apunta a la Luna no te deja ver la Luna.

Un espíritu decide quizá por una milésima de segundo sobre otro espíritu dónde encarnar, en qué familias, con qué padres, qué genes arrastran esos padres, etc., porque si bien el decodificador es quien codifica los conceptos espirituales del Thetán, codifica los conceptos de ese ser que le está dando vida a ese 10% encarnado. Es cierto también que la herencia genética tiene mucho que ver en cuanto al carácter, y a veces es como que ese espíritu aguerrido queda preso de esos genes, preso entre comillas. Entonces ese espíritu adopta un rol donde es más débil.

Encarné en un día de bastante calor el primero de Junio de 1926. Me anotaron como Norma Jean Mortenson. Mi madre se había casado un par de años antes con Edward, mi padre, pero mamá Gladys, que nunca fue estable emocionalmente (y tal vez heredé eso genéticamente) no se dio cuenta como agotó a papá Eduard. Con esto no lo estoy justificando, para nada, pero cuando se enteró de que madre estaba embarazada de mí, “desapareció”... ¡Dios, las vueltas que da la vida !

Me adoptaron como Norma Jean Mortenson, pero mamá Gladys me cambió el apellido a Baker, y finalmente ése es el apellido que me quedó: Norma Jean Baker.

Vosotros no tenéis idea seguramente del poder de adaptación que tienen los bebés: hijos que nacen en cuna de oro y se encuentran con palacios de cristal… y para ellos es común, normal, algo cotidiano. Niños que nacen en medio del campo, en una choza con techo de paja, donde a veces, cuando hay tormenta, llueve más adentro que afuera (irónicamente hablando) y para ellos es normal, común, cotidiano… Para mí era cotidiano, muy cotidiano ver a madre a veces con ataque de nervios, llorar, guardar silencio horas. A veces quería comer y le tocaba el brazo: -¡má!-, y se sacudía, haciéndome un gesto con su mano derecha, como que espere, y seguía pensativa, con los ojos en nada.

Fue empeorando. Fue empeorando mucho. En determinado momento no pudo más y le indicaron que haciese un tratamiento. Quedé al cuidado de un matrimonio llamado Albert e Ida. Me trataron bastante bien pero yo notaba en Ida como cierta sonrisa falsa como diciendo: -Uy, que tenemos aquí, qué hacemos con esta pequeña…

Me puse contenta cuando mi madre volvió. Pero no fue por mucho tiempo. Ella tenía una amiga muy intima, Grace Mc Kee, que le dijo: -Sigue tratándote porque tú no estás bien; tu hija no puede quedarse contigo. Y me dejó con ella... Grace era una dulzura, me trataba de una manera muy cariñosa, mejor que mi propia madre, hasta que conocí a Ervin. Ervin era el novio de Grace que después fue el esposo. Se me erizaba la piel del brazo cuando me miraba porque me miraba con una mirada que yo no entendía, una mirada rara. Me sentaba sobre su falda y me decía: -Qué niña bonita que eres, Norma-. Y cuando Grace no estaba, me tocaba y me manoseaba, y... hay cosas que no quiero recordar.

Antes de cumplir los 10 me sacaron de manos de Grace Mc Kee y pasé por distintos hogares, familias sustitutas. Me quedé con muchos engramas, de no encontrar mi lugar de pertenencia, de no tener un ser que me quiera de verdad, sin madre, sin padre, porque el rostro de papá Edward nunca lo tuve en mi mente, prácticamente... (sollozos). Sí tengo que decir algo de Grace a favor porque, en realidad, su único error fue dejarme en manos de Ervin, pero fue una buena mujer. Era una mujer que le gustaba el cine, pero el cine de la época del cine mudo y me decía: -Tú tienes que estudiar, tú tienes que trabajar, porque tu futuro va a estar en el cine. Y yo soñaba mientras estaba en distintas familias sustitutas, soñaba y soñaba.

Antes de los veinte años ensayaba pequeños papeles. Supongo que en la congregación con la que estaba sentía como olor a celuloide (si se entiende). Me encantaba ese mundo, un mundo artificial como yo misma, porque me acostumbré a esconder mis sentimientos.

Mi primer largometraje importante se llamó “Jungla de asfalto”. Yo estaba en los 24 años y sentía como que podía hacer carrera, me adaptaba a papeles de comedia, de drama. A veces es como que era muy ingenua, porque buscaba la protección que no había tenido de chica.

Me casé en 1954 me casé con Joe. Era deportista y pensé que íbamos a ser felices… pero era rudo, no hablaba, no era dulce, íntimamente era tosco y yo necesitaba cariño, ¡cuidados!

Dos años después formo pareja con Arthur. Era más grande y él sí me cuidaba, me hacía sentir mimada, era una pareja que me cuidaba. ¡Era lo que yo quería! Íntimamente era cuidadoso, más suave, más delicado... pero yo había cambiado porque de repente buscaba a hombres apuestos y más de una vez engañé a Arthur; e incluso me enredé con una figura muy, muy importante de mi país (quizás la figura más importante de ese momento), un hombre carismático, amable. Era tan inteligente que había cosas que con mi mente pequeñita no entendía pero... ¡qué importaba si no lo entendía! John era el ideal y yo me había deslumbrado, enamorado, encandilado, al punto tal de que no me daba cuenta de que lo ponía en una situación absolutamente incómoda.

Dijeron que desencarné el 5 de agosto de 1962 por haber tomado una alta dosis de barbitúricos.... Es cierto que mientras estuve con Arthur, a pesar de sus cuidados, tenía momentos de depresión tremendos (tal vez los genes de mama Gladys, ¿por qué no?), si es lo que elegí yo como espíritu, ser una persona débil, cansada de ser aguerrida. Pero, ¿quién puede decir que Norma Jean no fue guerrera en esa vida? Luchar contra los abandonos de su padre, de su madre, de los distintos hogares sustitutos, contra los maltratos de Joe, contra la tibieza de Arthur que al comienzo me sentía contenida y después es como que buscaba algo más, con los complejos de culpa por haberlo engañado, con las veces que el propio John me dio la espalda y que yo no entendía que lo comprometía... ¡jé!

Aprendí mucho en esa encarnación, mucho. Aprendí sobre la traición, sobre el engaño, sobre la falsedad, sobre el abandono, sobre el desamor, sobre el rencor, lo que es la depresión en el plano físico, los cambios de humor constantes, la dependencia a ciertas drogas, las tramas ocultas, y hasta el asesinato camuflado... Me preguntaréis: -¿Asesinato de quién? ¿A qué mente lúcida se le ocurre creer que verdaderamente desencarné por barbitúricos?

No deseo seguir hablando. ¡No quiero seguir hablando!

Hasta todo momento.

http://www.grupoelron.org/

Comentarios

Publicar un comentario